ASOCIACIÓN MEXICANA DE ANTROPOLOGÍA
BIOLÓGICA, A. C. |
Dra. Johanna
Faulhaber Kamman
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La maestra Johanna Faulhaber Kamman es, dentro del marco de la ciencia antropológica en México, una de las figuras más relevantes, por sus aportaciones en el campo de la antropología física o biología humana tendientes al conocimiento de las poblaciones indígenas y mestizas del pasado y presente de nuestro país. Mexicana por convicción, naturalizada el 21 de marzo de 1942, fue alemana por nacimiento ocurrido el 6 de junio de 1911 en Essen, ciudad del oeste de Alemania Occidental, donde se implantaron a principios de siglo las primeras empresas siderúrgicas de la Krupp. Huyó como cientos de miles de europeos del armamentismo, del nazismo, de la ignominia que desembocó en el genocidio de millones de seres, y llegó a México tras haber permanecido algún tiempo en Inglaterra, Irlanda, Francia y en los Estados Unidos. "En los Estados Unidos -precisa-, el valor que se les da a las personas está en proporción directa con el dinero que éstas posean. Cuando llegué a México en el año de 1936 las trajineras de Xochimilco llegaban hasta Santa Anita". Así, a la luz de un país que no sólo dejaba gozar de nuevas riquezas naturales, sino que además contaba con otras muchas de origen cultural y en un clima de libertad para quien pretendía hacer de las ideas su herramienta de trabajo, condujo a la joven Hanna a la determinación de adoptar otras raíces y hacerlas suyas para siempre. En 1938 ingresó a la carrera de antropología. Gobernaba en México el general Lázaro Cárdenas, en cuyo sexenio (1934-1940) se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, institución que toma a su cargo no sólo la investigación antropológica y la preparación de los futuros científicos, que habrán de convertirse en las estrías de las columnas que sostienen a nuestra disciplina. Cuatro columnas: antropología física, arqueología, etnología y lingüística, que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, sostienen desde el principio la unidad, conformada por el hombre y su obra. Su formación como antropóloga la inició en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, donde se gesta la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en un ambiente pequeño donde convergían maestros y alumnos procedentes de aquí y de allá. Los había mayores para iniciar su carrera profesional, por haber vivido tiempos difíciles, pero que les permitió tratar más directa y abiertamente a sus maestros. Ser a la vez alumna y amiga llevó a Hanna a participar, desde su época de estudiante, en el ámbito de la investigación; a dedicar sus días a labore en el salón de clases y en los laboratorios. Salir al campo como alumna y ayudante propició que, en pocos años, no sólo lograra salir de la ENAH con la carrera de antropología física concluida, sino también con una sólida formación como investigadora. Era joven y, por lo tanto, flexible. Maduré con la juventud mexicana. Eran los tiempos de Cárdenas, de la expropiación petrolera, y por lo tanto Irlanda, Alemania, etc., todo quedó atrás, refundido en el pasado. Me hice mexicana. Fuimos, con Caso, cuatro alumnos a Monte Albán. A mí y a otra compañera nos tocó reconstruir cerámica policromada, fue un deleite. Luego nos puso la de la época IV: burda y horrible, y no lo aguanté. Preferí ir a explorar con Romero a las laderas; a los entierros; eso me entusiasmó. Así pasé de mi idea original de arqueóloga a la antropología física, donde me quedé para siempre. Además, debo reconocer que en mi casa mi padre cultivaba orquídeas, era lo que se podría llamar un aficionado de la genética, con los cruces que realizaba. Yo, así, empecé a entender la biología. De modo que mi paso a la antropología física no fue casual. Se inició como maestra impartiendo en la propia escuela el idioma alemán. Sus alumnos eran sus compañeros. Durante muchos años enseñó esta lengua en la ENAH, en El Colegio de México, en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y en su Centro de Lenguas Extranjeras. Durante estos años combinó la enseñanza del idioma alemán con la enseñanza de la antropología física, la investigación y estudio, sin olvidar, claro está, la doble jornada, la que se cumple en el hogar: "Me levantaba de noche, salíamos de Las Cruces a tomar el camión hacia la escuela de Male; de ahí, en otro a trabajar a Moneda y a impartir mis clases en la Escuela. Al mediodía de nuevo por mi hija, comer y volver a salir; dar y tomar clases, las del doctorado. Fueron años difíciles, pero los soportamos". Su primer trabajo de campo con el objetivo de obtener datos somatométricos que permitieran caracterizar a grupos indígenas de México lo realizó en 1940, cuando era alumna y ayudante de campo de la doctora Ada d’Aloja: "Con D’Aloja y los chinantecos, aprendí el cómo debe el antropólogo acercarse a grupos marginados. De ella y del doctor Juan Comas aprendí de la a a la z. Luego fue sólo cuestión de profundizar y estar al día. Siempre los he considerado mis padres intelectuales". En tres meses de trabajo de campo logró obtener los datos que la condujeron a la elaboración de su tesis de maestría. Midió a cien mujeres de Tepoztlán, Morelos, en 1943, obtuvo caracteres descriptivos y fisiológicos. Además de una rigurosa elaboración estadística de los caracteres métricos, elaboró el biotipo individual -según las técnicas de Viola y Bárbara- que relacionó con la edad: cambios hacia el biotipo adulto, fertilidad y biotipo; asimismo, consideró hechos sociales con el fin de ejercer una selección natural en la población estudiada. Mediante su tesis de maestría y examen de grado correspondiente en ciencias antropológicas obtuvo aprobación cum laude, en 1946. En 1944 midió cien hombres y cien mujeres en San Miguel Totolapan, Guerrero, cuyo análisis de algunos caracteres somáticos publicó en 1947, en los Anales del INAH. En 1952, y en la misma revista, estableció una comparación del tipo somático de estos indígenas con los de otras poblaciones del estado de Guerrero. El análisis riguroso de ambas publicaciones le permitió una descripción morfológica de estas poblaciones: Fue una época cuando los antropólogos estábamos muy conscientes de la importancia que tenía el rescatar una información que, para el futuro, ya no tendríamos. El mestizaje avanzaba y, por ello, siempre buscamos sitios donde, por un mayor aislamiento, sus pobladores aún conservaran las características raciales de sus ancestros, por lo menos en un alto porcentaje. Luego y hoy, el antropólogo físico con otros intereses, también comprensibles, abandonó esta importante tarea y hemos perdido para siempre datos que son fundamentales para conocer el pasado indígena mesoamericano. Consecuente con este camino, durante 1951 y 1952 intervino en el proyecto de antropología física del estado de Veracruz, continuación de la obra que se inició con la Historia del estado de Veracruz. Los dos tomos que suscribe Johanna Faulhaber los publicó el gobierno de Veracruz en 1955, con introducción de Jorge A. Vivó, prólogo de Eusebio Dávalos Hurtado y la carta etnográfica de José Luis Melgarejo Vivanco. Esta vasta obra contiene caracteres generales, fisiológicos, descriptivos y somatométricos de hombres y mujeres de la huasteca veracruzana, de los nahuas de Chiconomel; de tepehuas, otomíes, totonacos, nahuas de Huatusco, de Zongolica y de Pajapan; popolucas, mestizos de Xalapa y Córdoba, criollos de Villa Cardel; jarochos de Veracruz; criollos de Alvarado y, finalmente, de mulatos de Yanga. Su establecimiento de las semejanzas y divergencias entre los grupos lo erige en el estudio más completo sobre las características físicas de poblaciones indígenas realizado en México. Bueno, aprendí cómo convencer a la gente para dejarse medir. No es nada fácil, pero mi maestra D’Aloja me enseñó cómo debe realizarse el acercamiento y siempre lo he logrado. Con los grupos indígenas, las dificultades de todo tipo son aún mayores. En Veracruz, me ayudó además mi hija Male. Es una de las mejores asistentes que he tenido y entonces contaba con sólo tres añitos. Las mujeres indígenas, cuando me veían con mi niña a cuestas, creo que de alguna manera se identificaban con nosotras y nos abrían sus puertas. Para mis colegas varones la cosa era mucho más complicada, nunca pudieron medir población femenina. De modo que por ser mujer, en esto les llevaba una gran ventaja. Entiendo por qué Felipe Montemayor me envidiaba, siempre lo contaba. En nuestras andanzas por Veracruz, a veces pasamos verdaderas hambres. Cuando conseguíamos algo, no yo sino incluso mis colegas se lo daban a Male. En general, los antropólogos de hoy en día no pasan por lo que en aquellos años debíamos soportar en los trabajos de campo. Ustedes ni se lo imaginan. En mula o a pie teníamos que subir y bajar por caminos inhóspitos e interminables. Un día, nunca se me olvidará, hasta me sacaron un amenazante machete. Yo pensé que ahí terminaba todo. Hablé y hablé y convencí. Faulhaber había ingresado como investigadora al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1941, gracias a una beca otorgada por El Colegio de México; ahí permaneció hasta 1976, cuando se jubiló y fue contratada por la Universidad Nacional Autónoma de México, en su Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA). Antes de continuar con la obra de investigación de la maestra Faulhaber, veamos la otra cara de la misma moneda, su labor como docente: enseñanza del alemán, de 1943 a 1973; raciología, entre 1956 y 1959; antropología física general, de 1960 a 1979; paleontología humana, desde 1960 hasta 1971; biotipología, de 1966 a 1968; morfología humana, de 1967 a 1972; crecimiento humano, de 1970 a 1979. Dichas materias las impartió a nivel de licenciatura y maestría (ENAH), y en el doctorado de la División de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus estudios de doctorado los efectuó entre 1959 y 1962. No obstante haber cubierto los créditos correspondientes y de ser maestra de doctorandos, no presentó su tesis de grado, aspecto sobre el cual ha rememorado: "No lo hice porque con ella me pasó algo así como con los artículos y libros que he escrito. Una vez terminados y enviados a prensa, no los vuelvo a leer. Los estudios del doctorado los hice todos y para mí, ahí quedó concluido el posgrado". Durante 36 años impartió su cátedra, con carácter, al mismo tiempo, estricto y justo. Mediante una dinámica que incluía múltiples exámenes escritos y orales, preguntas en clase y aclarando siempre las dudas de sus discípulos, llegaba a conocerlos a todos. "A pesar de que muchos me han dicho que me consideraban un ogro, yo sentía la estimación personal por parte de mis alumnos. Casi todos trataban de asimilar. Por lo tanto, la relación alumno-maestro la sentí siempre agradable. No sólo ellos aprendían, yo también aprendía de ellos. Tenían enfoques nuevos". Como investigadora en el campo de la osteología y a partir de su trabajo de campo con el profesor Javier Romero en Monte Albán (1939-40), llevó a cabo varias e importantes contribuciones: reconstruyó y estudió los restos óseos hallados por Du Solier en la Huasteca (1946); los hallados por H. Moedano en La Quemada, Zacatecas (1947); los de la Cueva de la Candelaria en Coahuila (1950), y los 204 entierros prehispánicos de Tlatilco, México (1951-56). Este último publicado en el Homenaje a Juan Comas, vol. II, pp. 83-121: "La población de Tlatilco, México, caracterizada por sus entierros" es aún hoy en día el estudio más completo que sobre una población prehispánica se haya realizado en nuestro país, a nivel bioantropológico: "Viendo retrospectivamente los productos de mis investigaciones, creo que después de los referentes al crecimiento, Tlatilco y Veracruz son los más importantes". Asimismo, fue pionera en el terreno que se ha denominado "antropología física aplicada". En 1950 aplicó encuestas en las industrias del vestido y publicó en 1955: "La necesidad de contar con patrones científicos para la industria del vestido" (Anales del INAH, 6: 17-22, México). Ésta y otras publicaciones y conferencias sobre la posibilidad de aplicación de la antropología física en México son muestra palpable de una manifiesta inquietud por hacer de nuestra ciencia "la ciencia del hombre para el hombre". Una lógica y muy humana preocupación la condujo a investigar dentro de nuevos rumbos de la antropología física. Entre 1957 y 1975 fungió como jefe del equipo de la Investigación Longitudinal del Crecimiento Infantil Normal en México, bajo los auspicios del INAH. Durante estos años visitó diversos laboratorios del extranjero: Nueva York, Hamburgo, Kiel, Munster, Mainz, Berlín, Pensilvania y finalmente Londres, cuna por excelencia de los estudios más avanzados, gracias al trabajo de J. M. Tanner y de su equipo de colaboradores. Logró para México el primer estudio longitudinal de crecimiento de toda Iberoamérica, habida cuenta de que son escasos los estudios en este campo realizados en el mundo. Elaborar el seguimiento de un grupo de niños y niñas desde su nacimiento hasta la preadolescencia resulta ser una tarea compleja, puesto que las observaciones se realizan en días preestablecidos. Durante el primer año nuestra autora las realizó mensualmente, luego trimestrales y después en forma semestral. Su labor para convencer a los padres de llevar al niño al laboratorio de la calle de Moneda durante trece años para medirlos, efectuar el examen médico, psicológico, encuestas sociales, etcétera, fue titánica; pero su constancia y tenacidad contribuyeron para lograrlo. Por medio de los estudios transversales de crecimiento mucho se puede saber acerca del crecimiento normal de una población dada; pero sólo a través de los longitudinales se garantiza la seguridad de no introducir en la muestra casos patológicos o subnormales, además de que ésta constituye la única vía para obtener los incrementos registrados entre una y otra edad. Respecto a su investigación longitudinal publicó breves artículos durante los años de toma de datos; en 1976, concluida la investigación, se publicaron los resultados en la Colección Científica del INAH, no. 26, con el título: Investigación longitudinal del crecimiento, en un grupo de niños caracterizado por su ambiente socioeconómico, su alimentación y su patología. En este caso recurrió al empleo de la computación electrónica, pues los datos, su manejo estadístico, tablas, gráficas, comparaciones con otras poblaciones humanas del país y del extranjero la hacían indispensable. Era una época en que la computación apenas se iniciaba en México; razón por la que dedicó suficientes esfuerzos para el estudio, manejo y comprensión del área de estadística. Dado su carácter infatigable en la investigación, y ya jubilada del INAH, continuó en la Universidad, empleando cada vez técnicas matemáticas más complejas, las más recientes, con el propósito de realizar análisis sofisticados sobre sus datos. Ejemplo de ellos son los artículos que publicó en Anales de Antropología de la UNAM: "Algunos cambios morfológicos durante el crecimiento" (1978); "El crecimiento diferencial en algunas regiones del cuerpo" (1979); "El análisis de cúmulos aplicado a datos longitudinales de crecimiento" (1979); "Correlaciones entre la talla de niños mexicanos y la de sus padres" (1980); "La edad ósea de un grupo de niños mexicanos determinada según los métodos TW1 y TW2" (1981); "La predicción de la estatura adulta según varios métodos en niños mexicanos" (1982); "Variación de la velocidad del crecimiento en el transcurso del año" (1982). Sobre el manejo de sus datos ha puntualizado: "Los datos que obtuve en la investigación longitudinal de crecimiento, en efecto, parecen un arca de tesoros sin fondo. Cuando se cuenta con un muestra de población como la mía, con datos suficientes y confiables, se puede seguir una vida explotándolos, haciendo malabarismos con ellos." Con el transcurso de los años, su muestra de población infantil se enfrentó a una situación ineludible: la pérdida de sujetos. En vista de ello, ya en la Universidad, inició una nueva investigación longitudinal de adolescentes y preadolescentes, estos últimos para suplir la falla en número de su investigación anterior, en las últimas edades estudiadas. Para darle continuidad a la anterior, eligió a individuos pertenecientes a la misma clase social de la ciudad de México y, entre 1977 y 1980, logró medir a 280 varones y 230 niñas. Desarrolló en total 2,100 mediciones, ya que cada sujeto es medido en varias ocasiones durante su adolescencia. Junto con su colaboradora, Ma. Elena Sáenz, obtuvo, además, datos adicionales sobre maduración sexual y desarrollo óseo. Los resultados parciales de esta nueva investigación longitudinal en adolescentes se han empezado a conocer. Estas investigaciones de la antropología física de México constituyen una aportación fundamental para el conocimiento de nuestra población mestiza. Se trata además, por el establecimiento de normas propias, de una gran contribución a la pediatría, pues se precisan normas para evaluar a los niños, según parámetros establecidos con base en estudios realizados en niños propios y no ajenos de extracción social y racial distinta por completo de los nuestros. Sin embargo, es lamentable constatar el desconocimiento de este hecho en el sector médico, en gran medida por la limitada difusión de la investigación antropológica. No toda la labor de organización y de investigación de la maestra Faulhaber ha contado con frutos positivos. En 1967 intervino en la dirección de la parte de antropología del Programa de Genética y Biología Humanas, organizado con motivo de los juegos de la XIX Olimpiada, México, 1968. Dos seminarios internacionales, con asistencia de diversos científicos del mundo, conformaron el marco riguroso para preparar actividades relacionadas con los mejores atletas del mundo que estarían en nuestro país. Dos estudios antropológicos se habían realizado en la de Roma y dos fueron los reconocidos antropólogos que publicaron sus resultados en relación con el tipo físico de atletas de distintas especialidades deportivas: Correnti y Tanner. Sin embargo, las muestras fueron reducidas y en ninguno de los dos estudios se midió a las mujeres atletas. Faulhaber organizó, planeó, preparó el equipo de alumnos encargado de la medición de atletas. El presupuesto y las condiciones de trabajo eran favorables. Se obtuvo la medición y fotografías somatotipológicas de 1,026 atletas de todo el mundo, de diversas especialidades y de ambos sexos. Al concluir los juegos, se desmontó el laboratorio de genética y antropología construido en la Villa Olímpica; en las instalaciones de la Comisión de Energía Nuclear se inició la elaboración de los datos y las cosas empezaron a ir por mal camino. La maestra, no dispuesta a realizar el análisis como otros intereses querían, renunció y, con ella, nosotros sus alumnos. La elaboración de los datos que obtuvimos, con presupuesto y personal mexicanos, desembocaron en la publicación indebida de los resultados en los Estados Unidos. Estaba firmada por estadounidenses que solamente fungieron como asesores; la Academic Press obtiene dólares por su venta. Dirigió una tesis de maestría, la de María Villanueva, con los datos de la población control, que se midió paralela a la de los atletas. Sólo eso quedó. Además de la mencionada, ha dirigido tesis de maestría y licenciatura a una decena de antropólogos físicos. Ha participado como jurado en más de 25 exámenes profesionales de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha impartido muchas conferencias a través de los años y participado en programas televisivos de difusión. Ha participado como ponente en cuarenta reuniones científicas de México y del extranjero; miembro de varias sociedades científicas y ha recibido distinciones y diplomas por parte de distintas instituciones, entre las que cabe mencionar el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que la nombró investigador emérito en diciembre de 1982; nombramiento de miembro vitalicio de la Sociedad Mexicana de Antropología; diploma del Colegio Mexicano de Antropólogos, por su labor en la creación y consolidación del Colegio, en octubre de 1985; investigador nacional, nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores, desde 1984. El último reconocimiento recibido por su labor se lo otorgó la Universidad Nacional Autónoma de México: Premio Universidad Nacional 1987 en Investigación en Ciencias Sociales: Si pudiera volver a empezar, creo que me dedicaría a la genética humana. La verdad es que me siento satisfecha de lo realizado y de lo que preparo ahora. Me preocupa profundamente la crisis por la que atraviesa actualmente México. Tengo miedo. Me siento, por mis años, impotente para emprender algo de índole social. Deposito mi confianza en los jóvenes, ellos sí pueden. He intentado sólo trazar la semblanza de una vida, que es testigo actual de la antropología física en México. Sin Dios ni Diablo, sólo el conocimiento del hombre para sí. |
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Obras publicadas en orden cronológicoComas Camps, Juan (en colaboración con Johanna Faulhaber Kammann) (1944). Contribución al estudio antropométrico de los indios triques de Oaxaca, México. Anales del Instituto de Etnografía Americana, 5: 159-244, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Faulhaber Kammann, Johanna (1946). Algunos aspectos antropológicos de la población de Tepoztlán, Morelos. Tesis de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1947). Análisis de algunos caracteres somáticos de la población de San Miguel Totolapan, Gro. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2: 15-59. Faulhaber Kammann, Johanna (1948). Restos óseos de la Huasteca. Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 10: 77-98. Faulhaber Kammann, Johanna (1952). El tipo somático de San Miguel Totolapan en relación con algunas otras poblaciones del estado de Guerrero. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 4: 223-228. Faulhaber Kammann, Johanna (1953). Algunos rasgos morfológicos-funcionales de dos grupos de campesinos del norte de Veracruz. Memorias del Congreso Científico Mexicano, 12: 87-98, Universidad Nacional Autónoma de México, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1953). Los huastecos y mexicanos en relación con otras poblaciones de la faja costeña del golfo de México. Huastecos, totonacos y sus vecinos. Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 13: 79-93. Faulhaber Kammann, Johanna (1953). Mexico. National health. En: The Encyclopedia Americana, 18: 748-749, s. l. Faulhaber Kammann, Johanna (1955). Antropología física de Veracruz. Gobierno de Veracruz, 1950-1956, 239 pp, 2 tomos, 30 tablas y 50 mapas, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1955). La necesidad de contar con patrones científicos para la industria mexicana del vestido. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 6: 17-22. Faulhaber Kammann, Johanna (1960). Breve análisis osteológico de los restos humanos de La Quemada, Zacatecas. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 12: 131-149. Faulhaber Kammann, Johanna (1961). El crecimiento de un grupo de niños mexicanos. Publicación 5 de Investigaciones Antropológicas, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 70 pp, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1964). Distribución de la estatura de pie y del índice cefálico en Mesoamérica. 35 Congreso Internacional de Americanistas, 3: 99-108, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1964). Evaluación de crecimiento, sus medidas y normas. Coloquio Latinoamericano sobre el conocimiento del niño, pp 23-28, Secretaría de Educación Pública / Centro Internacional de la Infancia, México. Comas Camps, Juan y Johanna Faulhaber Kammann (1965). Somatometría de los indios triques de Oaxaca, México. Instituto de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, 199 pp, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1965). La población de Tlatilco, México, caracterizada por sus entierros. En: Homenaje a Juan Comas, 2: 83-121, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1965). The growth of normal Mexican children. En: Compte Rendue de la Reunión del Centro Internacional de la Infancia, pp 159-162, París. Faulhaber Kammann, Johanna (1965). Un estudio longitudinal de crecimiento en México. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 17: 141-150. Faulhaber Kammann, Johanna (1967). El INAH participa en una conferencia para la uniformación de las técnicas y la nomenclatura antropométrica. Boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 27: 45-47. Faulhaber Kammann, Johanna (1970). Anthropometry of the living Indians. Handbook of Middle American Indians, 9 (6): 82-104, University of Texas Press, Austin. Faulhaber Kammann, Johanna (1971). Las posibilidades de aplicación de la antropología física en México. Anales de Antropología, 8: 57-68. Faulhaber Kammann, Johanna (1975). Estudios de poblaciones vivas de México desde el punto de vista de la somatometría y somatotipia. En: Balance y perspectiva de la antropología de Mesoamérica y del norte de México (13 Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología), pp 15-30, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1976). Efectos del coloniaje sobre el monto de la población mexicana. En: J. Romero (coordinador), Antropología física, época moderna y contemporánea, 10: 120-154, Colección México: panorama histórico y cultural, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1976). El crecimiento de un grupo de niños normales de la ciudad de México. Anales de Antropología, 13: 275-288. Faulhaber Kammann, Johanna (1976). El mestizaje durante la época colonial. En: J. Romero (coordinador), Antropología física, época moderna y contemporánea, 10: 69-119, Colección México: panorama histórico y cultural, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (en colaboración con María Villanueva Sagrado) (1976). Investigación longitudinal del crecimiento. Colección científica 26, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 310 pp, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1978). Algunos cambios morfológicos durante el crecimiento. Anales de Antropología, 15: 323-340. Cabrero García, María Teresa y Johanna Faulhaber Kammann (1979). Evolución humana. Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 83 pp, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1979). El crecimiento diferencial en algunas regiones del cuerpo. Anales de Antropología, 16: 457-485. Faulhaber Kammann, Johanna (1979). Juan Comas Camps (1900-1979). Anales de Antropología, 16: 497-499. Faulhaber Kammann, Johanna y Guillermo Espinosa (1979). El análisis de cúmulos aplicado a datos longitudinales de crecimiento. Anales de Antropología, 16: 433-447. Faulhaber Kammann, Johanna (1980). Correlaciones entre la talla de niños y la de sus padres. Anales de Antropología, 17 (1): 233-248. Faulhaber Kammann, Johanna (1980). Juan Comas, el antropólogo físico. En: In Memoriam Juan Comas Camps (1900-1979), pp 19-22, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1981). La edad ósea de un grupo de niños mexicanos determinada según los métodos TW1 y TW2. Anales de Antropología, 18 (1): 287-297. Faulhaber Kammann, Johanna (1982). La predicción de la estatura adulta según varios métodos en niños mexicanos. Anales de Antropología, 19 (1): 95-120. Faulhaber Kammann, Johanna (1982). Variación de la velocidad del crecimiento en el transcurso del año. Estudios de Antropología Biológica, 1: 363-368. Faulhaber Kammann, Johanna (1984). Body size and maturation in Mexico. En: J. Borms et al. (editores), Human growth and development, pp 163-171, Plenum Press, Londres. 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Historia de la Sociedad Alemana Mexicanista. En: La antropología en México. Panorama histórico, 8: 107-110, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1988). Semblanza de Ada d'Aloja. En: La antropología en México. Panorama histórico, 9: 621-625, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1988). Semblanza de Javier Romero Molina. En: La antropología en México. Panorama histórico, 11: 353-371, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1989). Comentarios a la conferencia magistral "Crecimiento y desarrollo" por F. M. Malina. Estudios de Antropología Biológica, 4: 75-85. Faulhaber Kammann, Johanna (1989). Crecimiento: somatometría de la adolescencia. Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 331 pp, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1989). Dimorfismo sexual en los pliegues cutáneos. En: Homenaje a José Luis Lorenzo, pp 321-331, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1989). La dentición en adolescentes de la ciudad de México. Estudios de Antropología Biológica, 4: 179-202. Faulhaber Kammann, Johanna (1989). La proporción entre la estatura y el peso corporal. Anales de Antropología, 26: 419-439. Faulhaber Kammann, Johanna (1990). El mestizaje de la época colonial. En: G. Aguirre y R. Moreno de los Arcos (editores), Historia general de la medicina en México, 2: 37-46, Academia Nacional de Medicina / Universidad Nacional Autónoma de México, México. Faulhaber Kammann, Johanna (1991). La historia de la medida. En la Ciencia. En Equipo, 1 (37): 2-3, Centro Universitario de Comunicación con la Ciencia, Universidad Nacional Autónoma de México, México. Faulhaber Kammann, Johanna y María Elena Sáenz Faulhaber (1991). Características corporales de los subadultos mexicanos. 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Johanna Faulhaber Kammann (1911-2000). Antropóloga*María Villanueva Sagrado * Obituario publicado en el periódico Humanidades de la UNAM, 23 de agosto de 2000. Johanna Faulhaber Kamman, una de las figuras más relevantes de la antropología mexicana, nació en Essen, Alemania, en 1911; muere en México el 24 de julio de 2000. Alemana por nacimiento y "mexicana por convicción", dedicó su larga vida al conocimiento de las poblaciones indígenas y mestizas del pasado y presente de nuestro país. Sin lugar a dudas, su amplia obra científica es y será referente obligado para quienes nos dedicamos a las disciplinas antropológicas; además, un ejemplo de vida para quienes estuvimos a su lado. La maestra Faulhaber huyó como cientos de miles de europeos del armamentismo, del nazismo, de la ignominia que desembocó en el genocidio de millones de seres, y llegó a México en 1936, tras haber permanecido algún tiempo en Inglaterra, Irlanda, Francia y en los Estados Unidos. Un día me dijo que entonces: "las trajineras de Xochimilco llegaban hasta Santa Anita". Y así, a la luz de un país que no sólo dejaba gozar de nuevas riquezas naturales, sino que además contaba con otras muchas de origen cultural y en un clima de libertad para quienes pretendían hacer de las ideas su herramienta de trabajo, decide adoptar otras raíces con la certeza de que serían suyas para siempre. Su preparación formal, como antropóloga, la inició en 1938 en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, donde se gesta la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Por su tesis de maestría en ciencias antropológicas, donde analizó datos de caracteres descriptivos y fisiológicos de mujeres tepoztecas, obtuvo aprobación cum laude en 1946. Había ingresado ya como investigadora al Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1941, gracias a una beca otorgada por El Colegio de México. Consecuente con este camino, en 1947 publica en los Anales del INAH otra investigación sobre hombres y mujeres de San Miguel Totolapan, Guerrero; durante 1951 y 1952 intervino en el proyecto de antropología física del estado de Veracruz, continuación de la obra que se inició con la Historia del estado de Veracruz. Los dos tomos que suscribe Johanna Faulhaber contienen caracteres generales, fisiológicos, descriptivos y somatométricos de hombres y mujeres de la huasteca veracruzana, de los nahuas de Chiconomel; de tepehuas, otomíes, totonacos, nahuas de Huatusco, de Zongolica y de Pajapan; popolucas, mestizos de Xalapa y Córdoba, criollos de Villa Cardel; jarochos de Veracruz; criollos de Alvarado y, finalmente, de mulatos de Yanga. Hasta ahora, esta obra sigue siendo el estudio más completo sobre las características físicas de poblaciones indígenas de México. También investigó sobre población prehispánica. Los 204 entierros de Tlatilco (1951-56): La población de Tlatilco, México, caracterizada por sus entierros, que fue publicada en el Homenaje a Juan Comas, vol. II, pp 83-121, es, aún hoy en día, el estudio más completo a nivel bioantropológico que sobre una población prehispánica se haya realizado en nuestro país. Una lógica y muy humana preocupación la condujo a investigar dentro de nuevos rumbos de la antropología física. Entre 1957 y 1975 fungió como jefe del equipo de la Investigación Longitudinal del Crecimiento Infantil Normal en México, bajo los auspicios del INAH. Durante estos años visitó, además, diversos laboratorios de crecimiento en el extranjero: Nueva York, Hamburgo, Kiel, Munster, Mainz, Berlín, Pensilvania y Londres. Logró para México el primer estudio longitudinal de crecimiento de toda Iberoamérica: Investigación longitudinal del crecimiento en un grupo de niños caracterizado por su ambiente socioeconómico, su alimentación y su patología, publicado en 1976, Colección Científica del INAH, no. 26. Se jubila en el INAH y el mismo año (1976) es contratada por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, para continuar con sus investigaciones longitudinales, ahora en adolescentes y subadultos. Sus libros, editados por el IIA, Somatometría de la adolescencia y Terminando de crecer en México, antropometría de subadultos, éste en colaboración con su hija María Elena Sáenz, culminan una investigación ejemplar sobre el crecimiento y desarrollo normal de la niñez mexicana. Además, durante 36 años impartió cátedra en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en la Universidad Nacional Autónoma de México: enseñanza del alemán de 1943 a 1973; raciología, entre 1956 y 1959; antropología física general, de 1960 a 1979; paleontología humana, desde 1960 hasta 1971; biotipología, de 1966 a 1968; morfología humana de 1967 a 1972; crecimiento humano de 1970 a 1979. Participó como ponente en incontables reuniones científicas de México y del extranjero; fue miembro de varias sociedades científicas y recibió distinciones, homenajes en vida y diplomas por parte de varias instituciones: el Instituto Nacional de Antropología e Historia la nombró investigador emérito en diciembre de 1982; la Sociedad Mexicana de Antropología, miembro vitalicio; el Colegio Mexicano de Antropólogos le otorgó un diploma por su labor en la creación y consolidación del Colegio, en octubre de 1985; la Universidad Nacional Autónoma de México le otorgó el Premio Universidad Nacional 1987 en Investigación en Ciencias Sociales; fue Investigador Nacional Emérito desde 1993; por último, en 1996, la Universidad Nacional Autónoma de México le dio el doctorado honoris causa. Nuestra maestra deja una familia biológica pequeña, su hija Male y sus nietos Rodrigo y Diego; pero junto con ellos toda una comunidad, la antropológica, está de luto. |
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D.R. Asoc.Mex.Antrop.Biol., A.C. |